DOMÈNEC CHARRIER, CENTENARIO
"Conclusión: sembrar alegría da vida"
Nací el 6 de agosto de 1904. Tengo 100 años de soles y 1.001 de lunas. Nací en Vilassar de Dalt y vivo en Barcelona con mi hija, Núria, y mi yerno. Me casé a los 29 años y he tenido tres hijos. Dos han muerto, la vida no les ayudó. Tengo 7 nietos y 7 bisnietos. He sido técnico en tratamiento de aguas. Mi ideología política es la paz. Soy cristiano
IMA SANCHÍS - 01/10/2004
-Creo que Dios me ha dado una propina de vida extraordinaria. Pero, ¿para qué sera?....
-¿Usted qué cree?
-Que es para que sea útil a los demás. La sociedad está tan desequilibrada que la gente va por la calle sin saber quién es. Entonces, como no tengo otro sistema, me paseo, cojo el autobús, y uso mis 100 años para entrarle a la gente.
-¿Qué les dice?
"¡¿Cómo lo ha conseguido?!", me preguntan. "Si me prometéis que vais a recordarlo, os lo diré", les contesto.
-Se lo prometo.
-Cada mañana rezo un solo padrenuestro con absoluta concentración y agradezco la vida. Luego me ducho con agua muy caliente y de golpe giro al agua fría, mastico bien y hago gimnasia. Pero sobre todo que no se olvide nadie de ser optimista.
-A veces, el carácter no ayuda.
-Hemos nacido para poder morir. Moriremos un día inesperado y hay que estar preparado. Cultivar el optimismo es la mejor preparación, porque te vas sin resentimiento. Un optimista hace feliz a los que le rodean, ese es mi apostolado. Hay que vivir con valentía, con desprendimiento y con seriedad.
-¿Cómo somos los hombres y las mujeres?
-Buenos, pero no sabemos relacionarnos. Mi familia era pobre y de niño debía ayudar en casa, no podía ir a la calle a jugar con los amigos. Cuando pude reunirme con los amigos, a los 20 años, me di cuenta que no valía la pena. Me gustaba más estar entre mujeres.
-¿Y eso?
-Los chicos siempre hablaban de mujeres, exageraciones increíbles. A mí me gustaba más estar con ellas que hablar de ellas.
-Es usted muy sabio.
-Me casé enamorado y sigo enamorado de la madre de mis hijos que murió en el año 77. Soy un hombre muy afectuoso, necesito amar y ser amado, sentir esa sensación es la vida. Entonces, después de que mi esposa me dejase, traté de buscar refugio en otro ser, una mujer con la que me recorrí el mundo.
-¿A qué edad fue eso?
-Yo tenía 72 años que no aparentaba y ella 50. Puse todo el cariño del mundo y estuve muchos años pensando que esa mujer llegaría a quererme como yo la quería, pero no fue así, aunque seguimos siendo amigos. He llegado a mi vejez deseando tener una compañera con la que salir a pasear, pero el señor no ha querido.
-Todavía está a tiempo.
-Son 100 años y no puedo ofrecer más que cariño, nada más.
-¿El sexo se acaba?
-Sí. El día que cumplí 89 años disparé mi última flecha. Después ya no hubo más.
-¿Qué es lo mejor de la vida?
-La amistad. Cuando te entregas a otro y ves que vais al mismo paso en la manera de ver y de entender la vida es maravilloso.Tengo muy buenos amigos y la rara intuición de que por mi manera de ser y de hacer inspiro confianza y simpatía.
-¿Han sido los años los que le han hecho comprender que hay que abrirse a los demás?
-Sí, pero la sinceridad es escasa. Tememos ser nosotros mismos, y eso es algo que se conquista.
-¿Cuál es la mejor edad?
-Depende de las circunstancias. En 1950 me fui a Argentina a empezar de cero con tres niños pequeños y la suegra. Tuve suerte, unas amigas nos dieron unos patrones de costura. "¿Para qué querré yo esto?",me pregunté, pero acabé con una empresa de confección. Pero la gran artista fue mi mujer y tengo muy claro que, sin ella, no hubiera tenido ni el empuje ni el saber. Las mujeres sin decir nada se ponen delante, tiran del carro y no hay más remedio que seguirlas.
-¿Qué les diría a esas personas que pien-san que a partir de los 70 uno ya es un inútil?
-Que hay que cultivar el carácter, el buen humor y estar siempre activo.
-¿Cuál ha sido su último viaje?
-Hace un año me fui a Menorca a darle el último abrazo a mi amigo Joan que murió con 114 años.
-¿Qué es lo bueno de la vejez?
-Esto, la atención, usted me está escuchando. Cuando uno llega a viejo, sentirse atendido es maravilloso. Y si además es una atención afectuosa es el no va más. Para un anciano salir a la calle es una aventura peligrosa. Cuando voy a cruzar la calle suelo dudar, pero en seguida me encuentro cogido del brazo por una persona que me ayuda y eso es maravilloso: ver la bondad que se desprende en algunos momentos.
-¿Con qué disfruta más ahora?
-Estando entre flores.
-¿Qué tipo de flores?
-Las mujeres son flores. A veces una señora me ayuda a cruzar la calle o me pregunta: "¿Hacia dónde va?", y me acompaña un trecho. Con un brazo al que cogerme voy mucho más confiado, no tengo que mirar al suelo y puedo conversar; entonces siento mucho amor, me siento muy feliz. ¿Sabe qué pasa?
-¿Qué?
-Que ahora llego a un espacio espiritual de la gente al que antes no podía llegar, no tenía tiempo. Una vez un amigo enfermo al que visité me reprochó: "Tú vienes aquí, siembras vida y luego te vas, pero yo me quedo". En su simpleza me dio una gran clave.A los demás hay que darles fuerzas y alegría.
-Eso es lo más generoso.
-Yo le decía a ese amigo: "A todos se nos van a comer los gusanos, así que levantemos el ánimo, saquémosle a nuestra alma la mugre que tiene encima". Cuando me jubilé entendí que dar alegría es dar vida. Hay que ser optimista hasta el extremo.
-¿Usted qué cree?
-Que es para que sea útil a los demás. La sociedad está tan desequilibrada que la gente va por la calle sin saber quién es. Entonces, como no tengo otro sistema, me paseo, cojo el autobús, y uso mis 100 años para entrarle a la gente.
-¿Qué les dice?
"¡¿Cómo lo ha conseguido?!", me preguntan. "Si me prometéis que vais a recordarlo, os lo diré", les contesto.
-Se lo prometo.
-Cada mañana rezo un solo padrenuestro con absoluta concentración y agradezco la vida. Luego me ducho con agua muy caliente y de golpe giro al agua fría, mastico bien y hago gimnasia. Pero sobre todo que no se olvide nadie de ser optimista.
-A veces, el carácter no ayuda.
-Hemos nacido para poder morir. Moriremos un día inesperado y hay que estar preparado. Cultivar el optimismo es la mejor preparación, porque te vas sin resentimiento. Un optimista hace feliz a los que le rodean, ese es mi apostolado. Hay que vivir con valentía, con desprendimiento y con seriedad.
-¿Cómo somos los hombres y las mujeres?
-Buenos, pero no sabemos relacionarnos. Mi familia era pobre y de niño debía ayudar en casa, no podía ir a la calle a jugar con los amigos. Cuando pude reunirme con los amigos, a los 20 años, me di cuenta que no valía la pena. Me gustaba más estar entre mujeres.
-¿Y eso?
-Los chicos siempre hablaban de mujeres, exageraciones increíbles. A mí me gustaba más estar con ellas que hablar de ellas.
-Es usted muy sabio.
-Me casé enamorado y sigo enamorado de la madre de mis hijos que murió en el año 77. Soy un hombre muy afectuoso, necesito amar y ser amado, sentir esa sensación es la vida. Entonces, después de que mi esposa me dejase, traté de buscar refugio en otro ser, una mujer con la que me recorrí el mundo.
-¿A qué edad fue eso?
-Yo tenía 72 años que no aparentaba y ella 50. Puse todo el cariño del mundo y estuve muchos años pensando que esa mujer llegaría a quererme como yo la quería, pero no fue así, aunque seguimos siendo amigos. He llegado a mi vejez deseando tener una compañera con la que salir a pasear, pero el señor no ha querido.
-Todavía está a tiempo.
-Son 100 años y no puedo ofrecer más que cariño, nada más.
-¿El sexo se acaba?
-Sí. El día que cumplí 89 años disparé mi última flecha. Después ya no hubo más.
-¿Qué es lo mejor de la vida?
-La amistad. Cuando te entregas a otro y ves que vais al mismo paso en la manera de ver y de entender la vida es maravilloso.Tengo muy buenos amigos y la rara intuición de que por mi manera de ser y de hacer inspiro confianza y simpatía.
-¿Han sido los años los que le han hecho comprender que hay que abrirse a los demás?
-Sí, pero la sinceridad es escasa. Tememos ser nosotros mismos, y eso es algo que se conquista.
-¿Cuál es la mejor edad?
-Depende de las circunstancias. En 1950 me fui a Argentina a empezar de cero con tres niños pequeños y la suegra. Tuve suerte, unas amigas nos dieron unos patrones de costura. "¿Para qué querré yo esto?",me pregunté, pero acabé con una empresa de confección. Pero la gran artista fue mi mujer y tengo muy claro que, sin ella, no hubiera tenido ni el empuje ni el saber. Las mujeres sin decir nada se ponen delante, tiran del carro y no hay más remedio que seguirlas.
-¿Qué les diría a esas personas que pien-san que a partir de los 70 uno ya es un inútil?
-Que hay que cultivar el carácter, el buen humor y estar siempre activo.
-¿Cuál ha sido su último viaje?
-Hace un año me fui a Menorca a darle el último abrazo a mi amigo Joan que murió con 114 años.
-¿Qué es lo bueno de la vejez?
-Esto, la atención, usted me está escuchando. Cuando uno llega a viejo, sentirse atendido es maravilloso. Y si además es una atención afectuosa es el no va más. Para un anciano salir a la calle es una aventura peligrosa. Cuando voy a cruzar la calle suelo dudar, pero en seguida me encuentro cogido del brazo por una persona que me ayuda y eso es maravilloso: ver la bondad que se desprende en algunos momentos.
-¿Con qué disfruta más ahora?
-Estando entre flores.
-¿Qué tipo de flores?
-Las mujeres son flores. A veces una señora me ayuda a cruzar la calle o me pregunta: "¿Hacia dónde va?", y me acompaña un trecho. Con un brazo al que cogerme voy mucho más confiado, no tengo que mirar al suelo y puedo conversar; entonces siento mucho amor, me siento muy feliz. ¿Sabe qué pasa?
-¿Qué?
-Que ahora llego a un espacio espiritual de la gente al que antes no podía llegar, no tenía tiempo. Una vez un amigo enfermo al que visité me reprochó: "Tú vienes aquí, siembras vida y luego te vas, pero yo me quedo". En su simpleza me dio una gran clave.A los demás hay que darles fuerzas y alegría.
-Eso es lo más generoso.
-Yo le decía a ese amigo: "A todos se nos van a comer los gusanos, así que levantemos el ánimo, saquémosle a nuestra alma la mugre que tiene encima". Cuando me jubilé entendí que dar alegría es dar vida. Hay que ser optimista hasta el extremo.
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